martes, junio 27, 2017

Dejar de pedalear no es una opción

Se debe aumentar la seguridad y evitar dejar la vida en la calzada


El cambio de siglo nos debía traer avances, ilusiones y retos que todos debíamos afrontar. La sociedad del siglo XXI es esa sociedad técnica, sensible y social que ve como la tecnología, la medicina y la movilidad, entre otras, evolucionan a un ritmo difícil de seguir: leemos continuamente en los medios cómo el avance producido un día es superado por el que se conseguirá mañana.

Hablamos de movilidad segura y sostenible, de coches autónomos, de turismos voladores, de drones que serán taxis, etc. sin duda un fantástico futuro lleno de retos. Pero si miramos al presente, volvemos a la realidad de los accidentes de tráfico, de los muertos y heridos que continúan produciéndose a causa de la sinrazón.

En lo que llevamos de siglo (datos hasta 2016), 1.244[1] ciclistas han perdido la vida en una calzada de nuestro país. Este dato merece, sin duda, una reflexión profunda y estricta de la cruda y tozuda realidad: más de 70 ciclistas mueren de media anualmente.

Una lectura fácil sería decir que la situación no es tan grave como las estadísticas nos muestran, que el parque móvil del año 2000 al 2016 se ha visto incrementado en casi 9 millones de vehículos, como también se ha ido intensificando el uso de la bicicleta[2], en la actualidad se venden más de 1.100.000 unidades. Si ponderamos estas variables, veremos que la situación no es tan grave, pero ningún argumento puede ni debe “dulcificar” o admitir aunque sea mínimamente la mortalidad y morbilidad que se está dando en España.

Mi opinión es que no se deben buscar culpables sino realizar un ejercicio de reflexión e intentar buscar soluciones. Lo que necesitamos es una estrategia nacional compartida por todos, como compartimos la vía, ejercer la empatía entre todos los usuarios de la misma. Se trata de concienciación, de creer y también se trata de regular, de cumplir y hacer cumplir las normas de las que nos dotamos para hacer de la movilidad un ejercicio seguro y sostenible.

Solemos mirar realidades como las que se viven en Alemania, Copenhague, Francia y Holanda; pero más allá de aprender y adoptar soluciones debemos crear una estrategia global, que abarque del urbanismo a la regulación, pasando por la concienciación/formación.
En ciudades como Copenhague se utiliza la bici desde 1880 para trasladarse al trabajo, así que su uso está integrado en el ADN de los ciudadanos, al igual que su modelo de movilidad.  En la iniciativa francesa se bonifica a aquellos trabajadores que utilizan la bicicleta para desplazarse al trabajo.

Aplicar las soluciones que se han implementado en otros países no garantizará ni una mejora de la movilidad ni tampoco un incremento de la seguridad de los ciclistas. Debemos observar e incorporar aquellas soluciones que sean compatibles con nuestras necesidades e idiosincrasia.

Nuestra realidad no es única porque tampoco lo son las situaciones que se dan, ciudades como Barcelona o Madrid, por ejemplo, son diferentes entre sí como lo son otras ciudades por eso es necesario crear un marco general y una aplicación inteligente que facilite la integración de la movilidad en bicicleta en el sistema.

Creo que debemos dar un paso más y no buscar soluciones para el uso de las bicicletas en la circulación de nuestras ciudades y carreteras, lo que debemos hacer es buscar una política de movilidad que tenga a la bicicleta como un elemento más y no como una pieza extraordinaria. En otras palabras,  incorporar el enfoque del ciclista en las estrategias de movilidad, en la creación de otro modelo de ciudad y circulación; esto contribuirá sin lugar a dudas a disminuir la accidentabilidad que sufrimos en la actualidad.



Manuel Nogales Romero
@nogalesmanuel


Artículo publicado en la revista Travesía.


[1] DGT, Anuario Accidentes
[2] Asociación española de marcas y bicicletas de España