jueves, junio 02, 2016

Artículo revista Travesía. Conducción Emocional

Reflexión sobre como al ser las emociones intrínsecas al ser humano, se han de tener en cuenta en aras de una movilidad sostenible
Conducción emocional

Pretendemos que este trabajo sea un punto de reflexión y debate sobre las emociones en la conducción e iniciémoslo con la definición de “inteligencia emocional”. De esta manera podremos poner un marco al debate y crear contexto.

La inteligencia emocional se puede definir como la habilidad para percibir, asimilar, comprender y regular las propias emociones, y las de los demás, promoviendo un crecimiento emocional e intelectual. De esta manera, se podrá usar esta información para guiar nuestra forma de pensar y nuestro comportamiento.
A partir de esta definición me gustaría aproximarme a la movilidad en un sentido amplio desde las emociones porque centrarnos específicamente en la conducción me parece que es hablar únicamente de una parte del enfoque, así que nuestro enfoque se hará abarcando la amplitud de la movilidad. Sabemos que una persona antes de actuar como conductor, lo ha hecho como peatón, usuario de un vehículo o del transporte público.
Por lo que el reto no es tener conductores emocionalmente inteligentes (o con inteligencia emocional) sino convertir la movilidad en sí en un concepto emocional.

Hablemos ahora de las emociones. En términos globales, las emociones han sido bastante estudiadas y, en función de los autores, podemos encontrarnos sensibles diferencias en cuanto a su clasificación.

Nosotros vamos a partir de la base que las emociones básicas son seis: Aversión, Alegría, Ira, Miedo, Sorpresa, Tristeza.

Si el desarrollo emocional se produce a lo largo de la vida y la educación vial se va configurando durante el crecimiento, deberíamos tener estrategias y actuaciones diferenciadas para cada uno de estos conceptos. Es más, si en la actualidad debatimos sobre la formación a lo largo de la vida, sería muy conveniente que tuviéramos presente las emociones en cada una de estas etapas.

¿Afectan las emociones a la movilidad? ¿De qué manera afectan?

He de decir que evidentemente las emociones afectan a la movilidad y la razón es bien sencilla: porque las emociones afectan al ser humano día a día, desde su nacimiento y a lo largo de toda su vida, están incorporadasa lo cotidiano, forman parte del ADN de nuestro comportamiento.

¿Qué cuestiones debemos tener en cuenta en la formación del sujeto desde el punto de vista de la Seguridad Vial?

Si analizamos la educación y la formación vial, podremos preguntarnos si se trabajan la emociones o, en su caso, si se trabajan lo suficiente. Pocas emociones son las que encontramos en la legislación, salvo cuando hablamos de los cursos de sensibilización y reeducación vial y esto me lleva a una segunda pregunta: ¿Trabajamos las emociones tarde?

Es obvio que nunca es tarde cuando se trata de formar y educar, pero quizás lo idóneo sería trabajar las emociones desde la base, educar en el control de las emociones a lo largo de la vida de las personas. Creo que la educación emocional es la respuesta a los retos que nos plantea la educación y formación vial de las personas.

¿Qué lleva a las personas que, aun conociendo las normas, los riesgos, en definitiva, la problemática de la conducción, siguen aceptando conductas peligrosas?

El gran reto que debemos plantearnos para la mejora de la movilidad y trabajar para conseguir el riesgo cero es adaptarnos y entender la evolución de las sociedades y sus valores, no cabe duda que los niños y adolescentes de dentro de 10 años no serán iguales en cuanto a inquietudes, leguaje, formas de comunicarse y necesidades de los de hace 10 años. Es por ello que en la educación y la formación vial se deberá trabajar con nuevas herramientas y adaptarnos a las nuevas circunstancias, de hecho la movilidad en su conjunto dependerá de las TIC.

¿Qué ocurre con las TIC?, ¿son válidas en la formación de Seguridad Vial teniendo en cuenta las emociones?

Se ha abierto la carrera tecnológica: carreteras que se comunican con los vehículos, vehículos que se comunican con otros vehículos y con usuarios, señales que reconocen el estado de la movilidad y varían sus indicaciones, etc.
Se sigue investigando y se ve la conducción autónoma como una solución, en un futuro que, al parecer, estará “exento de accidentes”. Y ¿qué significa esto en términos de mortalidad y morbilidad? pues, si nos fijamos en España, que en esa década morirán 12.000 personas por accidentes de tráfico, en Europa lo harán 260.000 personas y el mundo 12,5 millones.
Las TIC han venido a quedarse y pueden ser herramientas idóneas para trabajar la seguridad vial, pero de cualquier forma no serán óbice para seguir trabajando la formación, la concienciación, en definitiva, las emociones de las personas.
Los educadores, todos los que estamos trabajando en el ámbito de la educación vial, deberemos incorporar estas herramientas para conseguir los objetivos. Hoy si no lo ves en Instagram, no lo dice Facebook, no buscas trabajo por Linkedin, lo visualizas por Youtube o expresas tu opinión en 140 caracteres (Twitter) es difícil ser tenido en cuenta.

Este será un camino a recorrer por ingenieros informáticos, educadores y diseñadores, un equipo heterogéneo imprescindible para conseguir crear herramientas adecuadas que nos aporten las ventajas de las tecnologías de la información y comunicación; ventajas como la cantidad de metadatos que nos proporcionan y que, debidamente analizados, nos ofrecerán una información cualitativa y cuantitativa muy interesante y útil para revisar nuestra estrategia al alcance de los objetivos y el seguimiento adecuando a los alumnos.
Quisiera concluir diciendo lo que para mí han de representar las emociones en la conducción, matizando que el reto no es tener únicamente conductores emocionalmente inteligentes, sino convertir la movilidad en un concepto emocional tal y como hemos comentado. La información, la formación y la concienciación deben estar presentes a lo largo de la vida, adaptando las estrategias y los programas de actuación a cada una de estas etapas porque las personas también cambiamos emocionalmente a lo largo de nuestra vida.

Queda claro que las emociones influyen en la conducción por lo que debemos tenerlo en cuenta en la formación de los conductores. No se trata de saber y saber hacer, es muy importante el saber ser.

Y cojamos el testigo, el reto que las TIC y la sociedad en general nos plantea, utilicemos las herramientas que tengamos a nuestro alcance para obtener nuestros objetivos porque, no cabe duda, que las tecnologías debemos tenerlas como aliadas.
Para finalizar, sigamos poniendo emoción en lo que hacemos, en la educación y en la formación vial porque debemos formar a personas que tengan la capacidad de pensar por sí mismos, de ser críticos, de reflexionar, con valores que contribuyan a conseguir una movilidad segura y sostenible.
“Todo aprendizaje tiene una base emocional” (Platón)

Conducción emocional

Manuel Nogales Romero
Director desarrollo Etrasa




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